Sobre las 7,30 h. sellábamos la salida de la Luchon.
Estábamos dispuestos para afrontar una de las etapas más
exigentes que se organizan a ambos lados de los Pirineos. Nos esperaban majestuosos
el espectacular y sorprendente Peyresourde, el sugerente Aspin, la leyenda y
gran gigante Tourmalet, el mágico Soulor y el mítico de los colosos Aubisque.
Seguramente no éramos del todo conscientes de que estos
colosos nos esperaban impacientes para cobrarnos en sufrimiento cada paso por
sus cimas. Todo era ilusión, risas, bromas y nada de tensión. La mañana era templada,
con brumas que modulaban el paisaje a su antojo y humedad en el ambiente que presagiaba
lluvia en algún tramo del recorrido.
Nos subimos a las bicis una vez hecha la foto oficial de
nuestra salida, y nos dejamos llevar por las señales pintadas sobre el asfalto
que la organización había puesto a disposición de los participantes para
adivinar la ruta a seguir.
No tardaron en llevarnos a la primera dificultad del día. Para
los que no conocíamos ese puerto, se
puede decir que resultó ser la gran sorpresa. Espectacular. Majestuoso.
Con una carretera en perfecto estado que nos hacía pasar en su primer tramo por
zonas boscosas para después mostrarnos impresionantes praderíos escoltados de cumbres
caprichosas. Era el primero de la jornada y no resultó demasiado duro a pesar
de sus 14 km .
en los que se ascendían 950 m .
con rampas entre los 6% y 9%.
En la cima nos esperaban nuestros directores de equipo y
protectores, José Manuel y Miguel, con alimentos, bebidas, ropa de abrigo, unas
fotos y muchos ánimos.
Sun prisa pero también sin demasiada pausa, al menos para los
últimos del grupo en llegar, nos pusimos en marcha. El descenso, para quien
bajo relajado, mostró de nuevo idílicos paisajes, de los que no se olvidan y
dejan en el recuerdo la añoranza y el deseo de volver pronto a ese Peyresourde,
sorprendente mágico y de belleza inigualable.
Cuando nos quisimos dar cuenta se nos mostraban amenazantes
las primeras rampas del Col de Aspin. Los
datos de las altimetrías lo mostraban como el más suave de todos, con sus 12 km en los que tendríamos
que ascender desde los 700m. de altitud hasta casi los 1500, teniendo que
superar en sus rampas mas duras el 9% de pendiente.
El asfalto no era tan bueno, pero ni mucho menos se podría
decir que estaba en mal estado. La carretera era mas estrecha y de nuevo
comenzaba adentrándose valle arriba entre bosques praderíos y alguna cascada
que las zonas altas de la montaña dejaban caer al vacío. Intenté estar atento al
lenguaje siempre místico del bosque, con
sus rumores de los vientos, el susurro de algún arroyo o los cánticos de las
aves dueñas y señoras de la zona. Pero me fue imposible. En el grupo llevábamos
a un ser que deber pertenecer a alguna especie de homínido aún por descubrir, y
que con una especie de Buvucela amenizaba
el paso con sus agudos sonidos de todo aquel que pretendía adelantarnos. La
ascensión nos acompañó en todo momento con notas musicales que salían del susodicho
instrumento y que eran constantemente acompañadas de frases que decían;
......Quiero
ser tu menstruación.
.......Abandona ese cuerpo
...... A ver si me la vas a tener que
chupar.
......La compresa le dijo a la princesa ¿Con que azul? Eeehh.
Pues con este surrealismo mas divertido que lírico, llegamos
a la cima del Aspin. En ella estaba situado el primer control de paso en donde
nos ponían el sello, y el primer avituallamiento de la organización.
Poco rato en la cima. El justo para comer beber y alguna foto. El descenso
no era muy largo y cuando nos quisimos dar cuenta, teníamos frente a nosotros
el Gran Gigante Tourmalet. La leyenda
del ciclismo en Los Pirineos. Dicen que no es el más duro, ni el más largo, ni
el más bello, pero que todo cicloturista debe subir al menos una ve en su vida.¿Pero
es en realidad tan duro?.
Pues son algo mas de 17 km . Se empieza a subir desde los 800 m . hasta
los 2115 m .
Los km. al 8% 9% y 10% son la dinámica de toda la subida, sin contar alguna rampa de mayor dureza.
Aquí la Buvucela se escuchaba menos. Los resoplidos más. El
esfuerzo dejaba poco margen para contemplar el paisaje, que instintivamente te hacía
sentir insignificante y diminuto. Pero arriba estaba la gloria. La recompensa
al esfuerzo. La sensación de grandeza que se siente cuando coronas. Las cumbres
que rodean su cima, imponentes moles de roca que surgen de los valles robándole
al cielo espacio y protagonismo.
Aquí paramos algo más de tiempo. Había que disfrutar el
momento. Como siempre, tanto en las cimas como en el reto de recorrido,
nuestros compañeros José Manuel y Miguel nos proveyeron de todo lo necesario
para mitigar el esfuerzo acumulado, que ya se empezaba a notar, y permitirnos
seguir esta aventura que atraviesa la ruta de los grandes puertos pirenaicos.
Descendido el Tourmalet estaba la única zona de transición, entre
las localidades de Luz-Saint-Sauveur y Argelés-Gazost. Prácticamente en las calles de
esta localidad comienza la subida al Soulor, que cuenta con dos zonas duras
separadas de una intermedia con falsos llanos y muy asequible que permite
relajarse y disfrutar del entorno. En esta ocasión teníamos ante nosotros 20 km de ascensión, que partían desde los 450 m
hasta la cima situada en 1474
m .
El primer tramo, con
desniveles entres el 5% y 7%
resultó muy incómodo por el intenso tráfico que trascurre por una
carretera no muy ancha y con el asfalto en perfecto estado. Pasados 7 km nos
adentramos en el Valle de Azum y
transitamos ya por una zona muy suave y de menos tráfico que nos permitió aliviar en las piernas el cansancio acumulado por tanta subida y disfrutar de
otro lugar paradisiaco de este lado de los Pirineos. Llegados a la localidad de
Arrens se endurecía de nuevo la ascensión
con un tramo de algo más de 7
km al 8% y 9% sin apenas descansos y que nos llevarrían a la
cima.
La niebla se tornaba cada vez mas espesa y el cielo
amenazaba lluvia en cualquier momento. La temperatura bajaba considerablemente
y en la cima tuvimos que abrigarnos convenientemente. La organización que
hasta entonces parecía muy escueta en recursos, se ganó la simpatía de los
participantes al obsequiarnos con un exquisito caldo y bocadillo de panceta recién
hecha calentita y crujiente, que nos supo como si nos hubieran obsequiado con
el mejor manjar.
Comenzaron a caer las primeras gotas, el frío cada vez se
hacía más intenso y el viento comenzaba a mostrarse como una nueva adversidad a
superar . El tramo de descenso entre la cima del Soulor y el circo de Litur se
puso muy peligroso, con el asfalto mojado y visibilidad mínima por la espesa
niebla. Estábamos metidos dentro de la nube. Alguno decidimos no correr riesgos
y subirnos a las furgonetas. Pero quedaban todavía 6 km . de ascensión hasta la
cima del Aobisque que los más atrevidos sufrieron en unas condiciones
dantescas, cada vez más extremas hasta la cima en donde no hubo tiempo para
nada. Tan solo para avisar de la neutralización en Larúns y juntarnos allí todo
el grupo. Diluviaba. Alguno más decidió no descender el Aubisque en esas
condiciones e hizo uso de las
furgonetas, que para entre otras cosas, era para lo que nos iban a servir si se
diera el caso. Y se dio.
Los que decidieron descender en la bici, llegaron ateridos
de frío, con gesto descompuesto y
empapados. Esa circunstancia dio lugar a la situación más surrealista de
cuantas acontecieron. Incluso me atrevería a decir que de las vividas por
muchos de nosotros en los años de afición y práctica del ciclismo.
Cuando llegamos las furgonetas a la localidad de
neutralización acordada y que era Laruns, casi todos los compañeros estaban
esperando en un bar de su plaza principal. Pero faltaban dos, que seguramente para aliviar el frío, siguieron ruta en solitario. Y como suele ocurrir en estos casos, les
perdimos la pista. Sin móviles, sin dinero, sin documentación sin conocer el
idioma, sin saber en donde estaban. …¡Joder, que rato!.
Pero la situación se
amplia a otros dos. Algunos compañeros, o casi todos, deciden dar la jornada
por concluida. Otros, los menos, decidimos seguir hasta concluir la etapa que habíamos diseñado para este primer día. Y
que debería haber concluído en Arudy. Otros dos compañeros
emprendieron ruta, como poseídos. Salí detrás de ellos, imposible pillarlos. Creo que en ese momento no debían saber a donde tenían que ir. O ni siquiera se lo plantearon. Se pusieron a pedalear en dirección a Pau y acabamos perdiéndoles la pista. La situación era la misma. Sin móvil,
sin dinero, sin documentación etc.
Confiábamos en encontrarlos en la carretera dirección al
hotel, pero no los vimos por ningún lado. Los perdimos sin que ellos supieran la dirección del Hotel. Y ni siquiera su nombre. Nada de nada. Empezamos a barajar soluciones y
organizar algún plan de búsqueda para las dos parejas de desaparecidos. Así que
mientras unos nos instalamos en el hotel a esperar si aparecía alguien, otros
marchaban con las furgonetas a patrullar por Pau y carreteras cercanas, a la búsqueda y
captura. La noche caía. Continuaba lloviendo. Y seguíamos sin noticias.
Allá sobre las 10 de la noche la primera pareja de
desaparecidos tuvo la ocurrencia de que en un bar les dejaran llamar a casa,
para que desde ella nos llamaran, se pusieran en contacto con nosotros y
decirnos que los fuéramos a buscar a Olorón. ........¡Pero que coño hacían estos compañeros ahí!.
Dicen que habían ido a sellar. Aunque en ese sitio hasta el día siguiente no
había que hacer nada de nada. El caso es que acabaron ahí, en un bar de sospechosa
inclinación sexual masculina, en donde dos encantadores, según ellos,
caballeros, les facilitaron de todo. Teléfono, cervezas, huevos fritos, mucha
conversación. ¿Pero fue en realidad todo esto a cambio de nada? –dinero no llevaban, ni
de nada-. Solo su cuerpo-. No lo sabremos nunca.
Primera pareja localizada. Nos los trajeron al hotel con las
pintas que veis en las fotos. SIN COMENTARIOS.
Y se fueron en busca de la segunda pareja de desaparecidos. Con buen criterio
decidieron ir a la comisaría, ya que a esas horas de la noche, pocas opciones
de búsqueda quedaban. Y resultó todo un acierto. Allí estaban los otros dos
desaparecidos. Que se habían ido a Pau a toda leche. Como no nos vieron y no sabían
del hotel, se dieran la vuelta por donde habían venido y acabaron también en Olorón. Que
obsesión con Oloron. Y como en Olorón
no vieron tampoco a nadie, otra vez para Pau. Hasta que se les ocurrió ir a la
comisaría de esta localidad.
No me puedo imaginar la cara de los agentes franceses al ver
a estos otros dos compañeros con esas pintas, sin documentación, sin dinero, sin móviles. Pero tuvieron suerte. Uno de los agentes era de descendencia española, se pudieron entender bien, y se libraron de pasar la noche en el calabozo. Toda
una aventura sin duda.
De vueltas al Hotel, ya eran cerca de las 12 de la noche,
por unanimidad, decidimos dar la lechón por terminada dado que el día siguiente el pronóstico era de
lluvias. También peso la posibilidad de llegar a tiempo de ver la Final de
España tranquilamente en nuestras casas.
Así que nos levantamos tarde el domingo. Desayunamos
tranquilos. Cargamos sin prisas las furgonetas y a celebrar con una exquisita
comida en Tramacastilla nuestra aventura. Que
tuvo de todo. Y que permanecerá en nuestro
recuerdo como una de las mejores jornadas de ciclismo que hemos vivido.